Le gusta la literatura y la historia. Alejandro Tudela Chopitea es ministro de Justicia, accionista de uno de los grupos empresariales de comunicación más importante del país y un gran conversador. Amó a su padre, y si no hubiera sido por una travesura de él, hoy sería filósofo. En la presente entrevista nos cuenta algo al respecto.
¿Ha sentido en carne propia la injusticia?
Una pregunta complicada porque la injusticia social no la he sentido, tendría que ser hipócrita para decirlo. He sentido la injusticia en determinados momentos de mi vida por no haber logrado metas o no estar acompañado de mi padre con quien estuve toda mi vida.
¿Fue abogado también?
Fue candidato a la Presidencia en la década de 1980 y fue ingeniero electricista. Pero en su vida hizo un poco de todo y terminó de forma bastante exitosa como corredor de seguros.
¿Qué admiró de su padre?
Su persistencia en lograr sus objetivos. Vino de una familia acomodada, pero cuando terminó el colegio no tuvo recursos para hacer estudios superiores. Luego ganó una beca y se fue a Estados Unidos a estudiar. Hizo de todo, desde lavar platos y carros hasta ser acompañante para fiestas.
¿Es abogado por intuición o por mandato de él?
Por una travesura de él. Yo tenía toda la voluntad de estudiar filosofía. Conocí a Jean Paul Sartre en París, me entusiasmaba el existencialismo, la filosofía tomista, la medieval, la escolástica. Un buen día me dijo: “Hijo, ¿qué vas a hacer? Porque hijo de papá no vas a ser, y heredero tampoco porque voy a morir viejo”.
¿Le incomodó esa frase?
Para nada, porque era verdad. Mi mamá venía de una familia muy rica en el Perú y no era difícil imaginar que podía quedarme en casa. Así que me llevó al estudio de Daniel Olaechea Álvarez Calderón. En un momento determinado mi padre entró a hablar con el abogado y yo me quedé afuera leyendo una revista. Después éste me dijo que me iba a encargar de recortar el diario El Peruano. Así empecé, como practicante de derecho.
¿Cuántos años tenía?
20 años. Mi padre me abrió las puertas a una profesión que tiene enormes posibilidades de servir.
La mayoría siente que los abogados son injustos y toman la justicia por sus propias manos.
Yo no quiero pisar un terreno hipócrita y cínico porque no me siento excluido en el Perú. Me siento minoría. Ahora, ¿qué pasa con los que efectivamente son la mayor representación del tejido social del Perú y se sienten excluidos? Creo que en las reivindicaciones todo es válido, menos la violencia.
¿Por qué se siente minoría?
Me siento minoría no porque me lo traten de recordar candidatos francamente estrafalarios como Isaac Humala, que es un candidato sin postular. Él ha dicho, de algún modo, que todos los que no compartimos los requisitos de lo que llama la refundación del Perú seremos los excluidos, la minoría...
Reconoce que es minoría.
En un país de 28 millones de peruanos he tenido la suerte de tener acceso a herramientas como la educación y la cultura, así como a crear progreso y desarrollo.
¿Se siente blanco, mestizo?
Me siento peruano, pero no puedo ocultar, si vamos a ser un poco esquemáticos de lo que es el Perú, que formaría parte de lo que se conoce la clase blanca que evidentemente con sus méritos, muy destacados en determinadas épocas del país, hoy día carga con el gran lastre de ser la responsable de esta crisis, como clase dirigente y política.
¿Se siente responsable?
Yo sí me siento responsable. Mi apellido me hace responsable. Tengo un ancestro que estuvo vinculado con siete u ocho presidentes en la historia del Perú. Tuve la fortuna de haber compartido de niño lo que fue el segundo gobierno de Manuel Prado; de haber gozado del privilegio en ese momento, y no puedo sustraerme de quien soy ni de qué cosas le debemos al Perú.
Reforma y abogacía
¿El sector Justicia puede revertir la injusticia que existe?
El problema del sector Justicia es que no es el que administra justicia. Creo que lo primero que hay que entender es que no es el que imparte justicia. No maneja jueces, fiscales ni resuelve juicios. Nosotros somos el nexo, el brazo del Poder Ejecutivo para contribuir a que efectivamente se tenga una justicia al acceso de todos los peruanos.
¿Pero cómo?
Mediante una reforma integral de la justicia, y la Ceriajus es tal vez el esfuerzo más serio en toda la historia republicana por transformar la justicia, sin menoscabar a los magistrados, que permiten a las comunidades ajenas al Perú formal resolver sus conflictos.
¿Qué es lo más difícil de ser abogado?
No caer en las tentaciones de deformar y desnaturalizar la propia profesión por el ego o el mercantilismo. A veces se cree que un abogado es exitoso porque ha ganado todos los juicios, no importa a quien pise o rompa la cabeza.
¿Son malos los que defienden a los corruptos?
Eso me lo planteaba en la universidad. Salí convencido de que todo el mundo, hasta el más perverso, tiene derecho a la defensa. Es un derecho humano fundamental. Pero si yo tuviera el dilema de tener que defender causas de gente que me repugna, tanto ellos como lo que han hecho, para ser rico, conocido y poderoso, prefiero ser un abogado del montón que quiere que la justicia sea más valorada por la gente.
¿Qué interés tiene el señor César Nakazaki para defender a Alberto Fujimori?
Es una respuesta que la tiene que dar Nakazaki. Sin embargo le reconozco una virtud: es un abogado que viene del interior del país, y le ha costado seguramente serlo. Eso tiene un enorme mérito. Es un hombre capaz, le reconozco habilidad para la defensa de parte del reo extraditable Fujimori; inclusive se comprometió en la causa de ver cómo puede habilitarlo para ser candidato a la Presidencia. ¿Por qué lo hace? Ese es un tema que la conciencia, ética y moral de Nakazaki deben contestar.
¿Por qué siente rabia cuando habla del caso Fujimori?
De 1995 en adelante el gobierno de Fujimori fue una cleptocracia. Me indigna que ese sujeto huya, se esconda, invoque y alegue una nacionalidad postiza y diga que no sabía nada. Me da rabia la mentira, la ambición desmedida por el poder, la corrupción.
¿El poder que le da ser ministro, le da un poder que no tenía antes?
Efectivamente. Siento que puedo hacer cosas y de manera eventual, porque aprendí que estas circunstancias son transitorias, me doy cuenta que soy un privilegiado en el Perú y que por eso mi obligación es dar más de lo que tengo que recibir.
¿En su casa es justo?
Trato de serlo. Dejo que mis dos hijas escojan su camino sin ninguna influencia mía. Me refiero a la profesional, porque en la parte ética y moral mi mujer es la que marca. Yo la ayudo. Soy más consentidor.
¿A las mujeres se les discrimina?
Me parece que la cuota de género es una necesidad porque nuestro país es machista; pero no debería de haber cuota de género pues, en verdad, nuestro país no debería ser machista. Le contesto así porque creo que la mujer debe participar en todo. Existe una cultura machista.
¿Qué quiere lograr en su gestión?
Involucrar al sector privado en el mejoramiento de la realidad carcelaria del Perú porque es dramática. |