Jueves 7 de julio del 2005


IDA Y VUELTA

En algún momento, se dijo que usted traicionó a la Revolución de las Fuerzas Armadas...
–No es así. Yo no hice ningún cambio de las reformas de la primera fase, sólo algunos de orden económico. Fui leal a las Fuerzas Armadas, a la institución.
¿Desde cuándo deseó ser presidente?
–Nunca lo deseé.
El poder ¿corrompe?
–A mí nunca me corrompió.
Cuando dejó de ser presidente, ¿qué sintió?
–Nada.
¿El estatismo comunista fue una amenaza para la primera fase?
–Yo diría que sí.
¿Odia a los izquierdistas?
–No.
¿En quién confía absolutamente?
–En Dios.
¿En qué político desconfía?
–En todos.
¿Montesinos influye aún en el Ejército?
–No.
¿Se siente soldado o general?
–Soldado siempre.

Confesiones y reflexiones del ex mandatario FRANCISCO MORALES BERMUDEZ

"Nunca quise ser presidente"

El primer libro que escribió, tras concluir su mandato, se titula El proyecto nacional (1981). Francisco Morales Bermúdez Cerruti, ex presidente del Perú, cree que Sudamérica debe ser considerada zona de paz y se siente orgulloso de las Fuerzas Armadas. Si bien dirigió la segunda fase de un gobierno de facto, con las dificultades que ello supone, trabajó con honestidad para la transición democrática. A los 85 años, su amor por el Perú se mantiene inquebrantable.

Susana Mendoza Sheen
Foto: Pedro Cárdenas

“El ejercicio político desgasta y destruye”, dijo usted una vez. ¿Por esa razón desistió de crear su partido político?
–No. Ésa fue una experiencia que tuve. Cuando yo dejé el gobierno después de todo el proceso de transición a la democracia, un grupo de personas me animó a formar un partido político. Lo inscribí en el JNE con el nombre de Frente Democrático de Unidad Nacional. Hice política partidaria para organizarlo, tuve un número regular de inscritos, pero los recursos económicos eran sumamente escasos. De manera que nuestra presencia y propaganda política fueron reducidas.

Usted promovió el diálogo en su gobierno. ¿Fue difícil?
–La voluntad de diálogo fue abierta y aceptada. Todos los grupos políticos aceptaron y se realizó. No sólo fue en el sentido político estricto, se trató de un método de trabajo que adopté. El tiempo que estuve al frente del Gobierno viajé a provincias y dialogué con representantes de los gremios para conocer las necesidades de cada pueblo. Se implementaron programas de desarrollo departamental. Eran dirigidos por ministros de Estado y funcionarios que tenían tal categoría.

¿Un acuerdo nacional debe concertarse entre sectores o entre intereses?
–El actual Acuerdo Nacional puede ser el sustento, la antesala de un proyecto nacional de país que es la tesis que sostengo hace muchos años. Si uno pone a los políticos, que representan intereses políticos, con los integrantes de los gremios sociales que responden a intereses sociales, entonces se tiene todo. De los sustentos políticos y sociales nace lo económico. En el Acuerdo Nacional están considerados los intereses del Perú. Lo que pasa es que en la ejecución se da la diatriba política, los intereses minúsculos. No hay patriotismo.

Ames plantea que la izquierda no está conectada con los intereses de la población. ¿Le parece?
–Yo diría que toda la clase política. Ni la izquierda ni la derecha se conectan con la población, y menos los extremos.

¿Qué intereses tiene la población que no es atendida por la clase política?
–El pueblo del Perú quiere reformas: de la justicia, porque no existe en el Perú, y del sistema educativo, ya que sin educación nuestro país no caminará. Asimismo, hay que ir a la raíz de la corrupción y de la delincuencia común en las calles. Son reformas que se deben hacer con fuerza y perseverancia, si no olvidémonos de la democracia.

¿Qué sintió cuando vio a los generales de nuestro Ejército firmar el acta de sujeción ante Montesinos?
–Una pena enorme. He sido y soy un hombre del Ejército, a pesar de estar en retiro. Hemos vivido épocas muy dignas en la institución, con errores como cualquier institución, pero tuvimos militares dignísimos. Pasar de eso y ver bajezas, indignidades –incluso atentados contra los recursos de la defensa nacional– es lastimoso. Felizmente, ahora las Fuerzas Armadas se están sacudiendo del lastre de esa época.

Pero ese hecho puso en evidencia que había corrupción en las Fuerzas Armadas. No apareció de repente...
–Como en todo, dígame una sola institución de la vida nacional en la que no haya ingresado la corrupción. Ahora las Fuerzas Armadas, a pesar de los escasos recursos que tienen, hacen esfuerzos para cumplir su misión constitucional.

¿A qué se refiere?
–Es otro problema que hay que ver. Un país como el Perú tiene una geopolítica, una geohistoria que hay que tomar en cuenta porque todas nuestras fronteras han sido disminuidas territorialmente y no debemos dejar de pensar en las amenazas. El país no puede disminuir su capacidad de defender lo suyo. No olvide que las amenazas internas subsisten. Me refiero al narcotráfico, que siempre está ligado con la subversión. Nuestra Armada debe ser defensiva, equilibrada, ligada con la sociedad, defensora del sistema democrático. Su estrategia debe ser defensiva-disuasiva.   

¿Quiénes son aliados de las Fuerzas Armadas?
–El pueblo debe querer a sus Fuerzas Armadas, ya que son su mejor aliado. Una cosa es hablar de aliados para una cuestión bélica, y otra –está escrito en varios de mis libros–, la integración sudamericana. Antes se hablaba de la integración latinoamericana, pero eso ya es una especie de mito. México tiene conexiones económicas muy directas con Canadá y Estados Unidos, y Centroamérica presenta su propia fisonomía. Debemos trabajar la integración sudamericana.

¿La CAN es una alternativa?
–Tenemos que pasar de la firma de un acuerdo a hechos concretos y firmas de tratados. Por ejemplo, que Sudamérica sea considerada una zona de paz. Si logramos avanzar en una integración sudamericana económica, social y también defensiva, en un tratado de paz sudamericano se establecerán acuerdos para evitar carreras armamentistas. Si no ocurre, es indudable que en países como el Perú se afectarían los recursos que atienden las prioridades sociales, como la educación y la salud.

¿Está de acuerdo con que voten los militares?
–Estoy radicalmente en contra del voto militar porque es una forma de participar en la política partidaria. Me pregunto: ¿serán tan correctos y honestos los partidos políticos que no tocarán las puertas de los cuarteles para buscar votos?

¿Serán tan santos los militares?
–Bueno, santidad humana no existe. 

¿El Perú debe firmar la Convención del Mar?
–Por supuesto. Eso debió resolverse hace tiempo. 

¿Qué le debe las Fuerzas Armadas al Perú?
–En muchas circunstancias históricas las Fuerzas Armadas defendieron la soberanía tanto externa como interna del Perú. Contribuyeron en un gran porcentaje a la derrota de Sendero Luminoso. A nuestra Patria le debemos todos.

¿Creyó que las Fuerzas Armadas podían hacer una revolución en el Perú?
–No. Una revolución es un cambio total de estructuras para el bien del país. La participación que viene de abajo es fundamental; no puede hacerse una revolución desde arriba. La crítica que se le hace a la revolución militar –y yo también la hice– es que fue vertical y que comprometió muy poco a los diferentes estamentos de la sociedad.

¿Qué cambios fueron los más importantes?
–Por ejemplo, la reforma agraria, que no obstante todas las críticas que se le hizo, no fue destruida por la Constitución de 1979. Las reformas de la educación y de las empresas fueron también importantes.

¿Los logros del gobierno militar no fueron valorados?
–Yo le diría que las críticas que se le hicieron al gobierno militar fueron totales. Fueron muy duras y, en ciertos aspectos, injustas.

¿En qué, por ejemplo?
–No se valoró bien la misma transición democrática porque se dice que se hizo por presiones sindicales. Se habla del paro general de 1977 y que eso obligó al gobierno militar a salir. Eso es totalmente falso porque el proceso de transición ya se había anunciado; se hizo el plan de gobierno Túpac Amaru, que era el plan de la salida del gobierno, de la transición democrática y que había sido consultado a todos los partidos políticos, incluso los de izquierda. En ese plan se establecía las fechas concretas de las elecciones.

¿Cambiamos los peruanos después del gobierno militar?
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Sí, en el acceso, se incluyeron capas sociales que estaban muy disminuidas y muy postergadas de las decisiones del país. Fue uno de los principales efectos positivos del gobierno militar. Ese cambio no se ha detenido. Creo que la revolución fue social más que económica y de procedimientos.

 

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