Agencia Andina
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Dijo don Andrés A. Cáceres Dorregaray: “Hace tres meses escasos que llegasteis a esta noble capital de gloriosos recuerdos históricos […] Hoy la salud y la honra del Perú nos llaman al departamento de Junín, allí donde los pueblos han levantado la sagrada enseña de la nación contra el invasor […] Vuestra misión no puede ser más noble y generosa […] la victoria no podrá negaros sus favores”.

El fervor católico de la Semana Santa que se vive en el valle del Mantaro y Yanamarca en Jauja, Junín, es uno de los acontecimientos que intriga a los científicos sociales. ¿Por qué? La celebración es un desfile cívico militar patriótico y religioso. Es decir, se da un encuentro de la vida de Jesús Nazareno con la Virgen Dolorosa y el mariscal Andrés A. Cáceres. Para saber el origen de esta celebración debemos remontarnos en el tiempo.

Presentación de las diferentes compañias con sus respectivos oficiales en la gran parada cívico militar religioso de semana santa en Jauja.
Presentación de las diferentes compañias con sus respectivos oficiales en la gran parada cívico militar religioso de semana santa en Jauja. El brujo de los Andes

El dictador Nicolás de Piérola y algunos personajes notables formaron un gobierno provisorio, en la primera capital del Perú, Jauja, cuya presidencia recayó en el doctor Francisco García Calderón, quien se negó a dar la paz y la “concesión” del territorio a los chilenos, por lo que llamaron para organizar y afrontar la invasión de Chile, al general de brigada Andres A. Cáceres. Recuperado de una herida recibida en la batalla de Miraflores (15 de enero de 1881), Cáceres arribó a Jauja, donde fue nombrado jefe superior político y militar de los departamentos del Centro; aceptó el nombramiento y expuso sus planes para hacer una guerrilla con mestizos, indígenas y auquénidos de la zona, y tener tiempo para la formación de otros batallones.

Cáceres sabía que la determinación de continuar la Guerra del Pacífico no era un asunto exclusivamente de honor o valentía, sino requería de un argumento inteligente y posible que vaya más allá de la táctica y visualice una estrategia capaz de articular el aspecto social y geográfico. El general ayacuchano, con virtudes naturales y soldado recio; con las costumbres y preferencias del hombre andino; el dominio del quechua, su habilidad para juntar y adiestrar tropas; conseguir armas, uniformes, acémilas, hondas, rejones; su valentía; todas las características que lo convertían en un caudillo natural para soportar la guerra con Chile.

Encuentro de fervores

Soportando la sierra agreste, hizo su paso por los valles del Canipaco, Mantaro, Yanamarca y Tarma, para organizar y reiniciar la campaña de resistencia. Se sumaron hombres y mujeres unidos por el amor supremo a nuestra patria. Coincidentemente, su paso se dio en la quincena de abril de 1881, en pleno fervor religioso de la Semana Santa, con las iglesias llenas de feligreses, con cantos a viva voz de coros que reviven los corazones de cada parroquiano. Caceres participa en algunos eventos con la población, cumpliendo con el deber que se le asignó.

La primera guerrilla compuesta por 3 grupos fue en Sicaya con los más distinguidos hijos del lugar y comandada por don Felipe Santiago Esponda, Gobernador y Coronel de la Guardia Nacional, en Jauja se constituyó el batallón de su mismo nombre, los distritos que se unieron con valentía: la “Guardia Nacional de Huaripampa”, los “Flanqueadores de Llocllapampa”, la columna de “Cazadores de Muquiyauyo”, el batallón “Libres de Paccha”, y escuchando ese patriótico llamado, don Manuel Encarnación Landa, don Felipe Benito Rivas y don Antonio Mandarachi, asumen como responsables del batallón “Libres de Acolla, Marco y Tunanmarca”. “Tayta” Cáceres es recordado porque encabezó y dio consistencia racional y emotiva en la peor y más oscura hora del país. Muchos años después, los recuerdos no sólo inspiran emociones heroicas. Sus hazañas en las batallas de Sangrar, Pucará, Marcavalle, Concepción, Huaripampa, Anthospampa, Cerro Lumi, Sicaya, Carato-Chupaca, Molinospata, Mal Paso y Huamachuco, entre otros, lo convirtieron en el gran general del siglo XIX, el que nunca se rindió ante el enemigo. Su patriotismo, valentía e indudable abnegación se mantienen viva en cada Semana Santa en todo el Valle de Yanamarca y Mantaro.

El redoblar de los tambores, el agudo toque de las cornetas, después de tanto afán y sin sabores de tantas penas y fatigas, las tropas de la maqtada y montoneros de Don Andrés A. Cáceres, van coronar en esta semana santa la gloria con el lauro inmortal de la victoria sobre los invasores chilenos.

La Escuela de Sub Oficiales de Huancavelica hacen la parodia a los montoneros del brujo de los Andes.
La Escuela de Sub Oficiales de Huancavelica hacen la parodia a los montoneros del brujo de los Andes.
Los Maqtas (jóvenes) acuden al llamado con valentía e indudable abnegación  en cada Semana Santa.
Los Maqtas (jóvenes) acuden al llamado con valentía e indudable abnegación en cada Semana Santa.
Con devoción y patriotismo los músicos también celebran el desfile cívico militar y religioso.
Con devoción y patriotismo los músicos también celebran el desfile cívico militar y religioso.
En la primera semana de abril de 1908, en plena Semana Santa, el distrito de Acolla (Jauja) organizó y fundó la primera compañía de montoneros de la Breña en honor al brujo de los Andes.
La Maqtada del anexo de Muquillanqui en 1970 fue pionera representando la danza de la tropa de Cáceres con coreografía y uniformidad y es reconocida a nivel nacional. La Maqtada del anexo de Muquillanqui
La Maqtada del anexo de Muquillanqui en 1970 fue pionera representando la danza de la tropa de Cáceres con coreografía y uniformidad y es reconocida a nivel nacional.
Historia de una tradición

Fue en la primera semana de abril de 1908, en plena Semana Santa, cuando en el distrito de Acolla (Jauja) se organizó y fundó la primera compañía de montoneros de la Breña, por iniciativa del sargento licenciado Pedro Manyari. Él organizó en grupos a los jóvenes que se preparaban para servir al Ejército: salían en marcha campaña por los diferentes lugares del valle y se les unían hombres y mujeres parodiando la gesta de los montoneros de la campaña de la Breña, avivando el patriotismo de cada pueblo.

Don Marcelo Sáciga Peralta y don Narcizo Hurtado Briceño, profesores de la escuela rural prevocacional Nº 507, del distrito de Marco, idean y recrean la compañía de “la tropa de la maqtada”, con atuendos originarios de la zona, de Ayacucho y Huancavelica. En 1948, el profesor Pedro Tumialán, de Acolla, acordó con los distritos de Marco, Tunanmarca, Acolla y Yauli, y los anexos de Pachascucho, Paccha y Paca, organizarse para perennizar el desfile cívico militar y religioso, en honor a Tayta Dios, al Brujo de los Andes y la campaña de la Breña.

Cada batallón con el mejor atuendo de montonero – sombrero y chullo con pompones de colores, camisa y pantalón de bayeta, faja multicolor donde llevan la huallqui (bolsa de piel de carnero con la coca y el ishcu), una taza, mate y cuchara de palo ceñida a la cintura, mangas de colores, medias de lana, negra y blanca, llanquis (zapatos) de piel vacuno, honda y un palo pintado de rojo y blanco; con algarabía se desplazan en movimientos rítmicos, con saltos y pasos zigzagueantes que requieren resistencia y destreza. los rancheros con uniformes de caqui, capotines verdes, pantalones de montar, polainas, botas, cascos y quepis de las fuerzas armadas-, al compás de la mejor banda de músicos, también recrea a las instituciones castrenses, haciendo coreografías de diferentes obras y episodios de la historia peruana.

Por su originalidad y los contenidos simbólicos de patriotismo, el entonces Instituto Nacional de Cultura declaró a la Maqtada de Cáceres, como Patrimonio Cultural de la Nación (Resolución Directoral Nacional Nº 563/INC, publicada el 08 de abril de 2009 en el Diario Oficial El Peruano).

Esta danza tiene un importante valor simbólico e histórico, es testimonio de la heroicidad y patriotismo de muchos pobladores de la Región Junín e incorporando una singular narrativa histórica a la vida contemporánea.

Los Rancheros

Cucharones grandes, capotines verdes, cascos de todos los colores, la cara pintada por el hollín de las ollas y pailas, rancheros que con esfuerzo, dedicación y espíritu patriótico cocinan para la tropa, con alegría y picardía danzan al compas de las tambores y cornetas.

Las Rabonas

Las rabonas, mujeres audaces y valientes también danzan al compas de las notas marciales de la Maqtada; con sombrero de lana, manta (lliclla), blusa se satén, pollera negra de lana, huallqui, medias de lana negra y blanca, llanquis, portan cucharón (huishla) y cargan su quipe (atado que se carga sobre la espalda); de ellas se dice que alcanzaron pasar a la posteridad, gracias al servicio que realizaban como cocineras en el rancho, como enfermeras para los soldados caídos, en la retaguardia de la tropa, pero siempre a la vanguardia cuando terminaba el combate, cuando los soldados se disponían a acampar, descargaban los alimentos de las mulas, armaban las tiendas o, en el peor de los casos, enterraban a sus difuntos.

El sargento de mando ordena a su batallón el desplazamiento en quechua: ¡Yana jaracha manta ticrari yaw! (girar al lado del pellejo y la media de lana negro); ¡Yuraq jaracha manta ticrari yaw! (girar al lado del pellejo y la media de lana blanco) los pellejos pegados en el poncho sobre los hombros, juk, iskay, kimsa, (uno, dos, tres), Siquita jiwuri jiwuri, (moviendo las caderas), brazuta tanari tanari (moviendo los brazos), al compas de la banda de guerra ubicada al frente del escenario.

Mujeres Valientes
Las rabonas, mujeres audaces y valientes, danzan al compas de las notas marciales de la Maqtada llevando con ellas la responsabilidad de acompañar a Tayta Cáceres.

La historia se seguirá escribiendo al filo de la espada del mariscal Cáceres, porque ahora se ha constituido en uno de los principales atractivos turísticos de la Semana Santa de los valles de Yanamarca y de Mantaro, en Jauja, Junín.

Créditos:
  • Texto, Fotografía y Maquetación: Luis Enrique Salinas Pérez
  • Diseño y Maquetación: Dario Gutiérrez Gamarra