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Agencia de Noticias ANDINA
Creación: Ernesto Carlín - Luis Incháustegui - Sandra Soto - Karem Santos

El santuario de Quives fue descubierto por los padres franciscanos en 1925. Este guarda un bloque de piedra que sirvió de reclinatorio para Rosa cuando realizaba sus largas jornadas de oración.

Dice la historia que la localidad de Quives siempre fue una tierra muy propicia para el cultivo de cocales. El Archivo de Indias de Sevilla comenta un largo juicio que siguieron los grupos étnicos: los canta y los chaclla, que reclamaban el derecho de posesión en el valle del río Chillón, a la altura del kilómetro 64 de Santa Rosa de Quives.

Estas tierras en litigio formaron parte, antes de la llegada de los incas, del antiguo Señorío de Collique, que comprendía todo el valle del río Chillón, desde el mar hasta Quilves.

El distrito fue creado por Ley 11726 del 16 de enero de 1952 y vive fundamentalmente de su producción agrícola, en la que sobresale el cultivo de coliflor, brócoli, maíz y zanahoria. Aprovecha como muchos otros pueblos el recorrido del río Chillón que, a lo largo de sus 126 kilómetros, define el destino de numerosas tierras de cultivo.

Cada 30 de agosto, el pequeño poblado de Quives -no excede de 500 habitantes- recibe a la feligresía católica que llega en peregrinaje para conocer la iglesia donde Toribio de Mogrovejo confirmó a las hermanitas Flores.

A pesar de los años, la capilla todavía conserva su arquitectura original, hecha sobre la base de sólidas piedras.

La antigua ermita, donde la santa elevaba sus plegarias, también forma parte de la curiosidad turística y la devoción popular, además de la casa de oración, habilitada para retiros espirituales.

Dentro de ella, se conserva intacta la celda en la que Santa Rosa practicaba sus penitencias.

El día central de la fiesta, acostumbran llegar pobladores de los distritos aledaños de Yangas, Arahuay, Colle y Lachaqui, para unirse a la celebración ofertando platos típicos de sus respectivos poblados.

No faltan los carneros al palo, chicharrones, cuyes en diversas modalidades, truchas, y la infaltable pachamanca.

Pero si cuenta con el tiempo suficiente no olvide visitar el pueblo de Apio, a diez kilómetros de Santa Rosa de Quives. Allí puede practicar caza de perdices, solicitando previo permiso a la comunidad y sus autoridades.