Pisco, set. 02 (ANDINA).- Cada mañana, cuando el sol de Pisco empieza a despuntar, Loyda Chaupi, madre de familia de 35 años, saca una vitrina de los escombros de lo que fue su casa a espaldas de la iglesia San Clemente y comienza a trabajar.
Las galletas, gaseosas y chicles, entre otras golosinas, son ahora su fuente de ingreso, luego del terremoto del 15 de agosto que produjo más de 500 muertes y dejó a esta ciudad la apariencia de un inclemente bombardeo.
“El terremoto ya pasó y hay que seguir trabajando, no queda otra”, asegura Loyda, madre de Carlos (7), Pablo (10) y Damaris (13), quienes eventualmente la ayudan en esta nueva faceta como vendedora ambulante.
Antes del sismo, ella y su esposo José Zárate trabajaban haciendo guardianía en un instituto de computación ubicado a la espalda de la iglesia San Clemente, y donde tenían un cuarto donde vivía toda la familia.
“Todo se destruyó y nuestras cosas quedaron enterradas. Las hemos ido sacando poco a poco y para no perderlas preferimos no ir a los albergues sino quedarnos aquí cerca. Mis hijos necesitan comer y decidimos implementar este puesto de venta”.
En lo que va del día, por el calor de Pisco, las gaseosas son las que tienen más demanda, entre funcionarios que trabajan en el proceso de reconstrucción, representantes de misiones internacionales e incluso periodistas.
“Por aquí pasa mucha gente y la gente que pasa se da un tiempo y compra. Yo me abastezco de mis productos en Chincha. Por ahora vamos bien en el negocio (risas). Más adelante es incierto, pero ya veremos”, reconoce Loyda, quien llegó a Pisco hace diez años.
Poco después de las seis de la tarde el viento en esta ciudad arrecia con fuerza y la vitrina vuelve a su lugar. Carlos, Pablo y Damaris duermen en una carpa, Loyda en un colchón colocado bajo una mesa.
“Cuando pasó el terremoto yo estaba en San Andrés y no me asusté, salí tranquila, pero cuando llegué a Pisco y vi todas las casas destruidas, la gente aplastada, me asusté y fui en busca de mis hijos. Gracias a Dios salieron a tiempo y me sentí feliz. Ahora tenemos que seguir”, cuenta.
En Pisco, el dicho popular que habla del ingenio del peruano para sacarle la vuelta a los problemas e inventarse los trabajos cuando éstos escasean se visualiza con más fuerza, sino que lo diga Loyda.
(FIN) VVS
|