EN RECUERDO DE LA “MADRE CORAJE”
Malena
alegría y fortaleza
“La revolución es afirmación a la vida, a la dignidad individual y colectiva; es ética nueva. La revolución es vida nueva, es convencer y luchar por una sociedad justa, digna, solidaria al lado de las organizaciones creadas por nuestro pueblo, respetando su democracia interna y gestando los nuevos gérmenes de poder del nuevo Perú”.
MARÍA ELENA MOYANO (1958-1992)
El ejemplo de Maria Elena Moyano, la lideresa que enseñó a las pobladoras de Villa El Salvador, que sólo la fortaleza y organización les haría lograr las metas para el bien común.
JOSÉ VADILLO VILA
“Maríaelena”. A su madre le gustaba el sonido de los dos nombres. Cuando nació su segunda hija, Eugenia Delgado la inscribió con los nombres separados “para que se entienda mejor”, recuerda. A María
Elena Moyano –su quinta hija– la llamaban Malena. Y los amigos le decían “La negra”. Era una lideresa solidaria, que celebraba los triunfos y mantener al grupo unido. “Vamos a evaluar”, era su consiga, después de alguna reunión política. A veces se iban hasta San Juan de Miraflores para comer anticuchos y tomar unas cervezas. A Malena le gustaba cantar valses lacrimógenos,reírse, y bailar intensamente, como si supiera que su vida se acabaría rápido, a los 34 años.
24 horas antes de que la asesinen, fue el Día de los Enamorados. Sendero Luminoso había decretado un paro armado en Lima. Por las reales amenazas de muerte, la entonces teniente alcaldesa de Villa El Salvador dormía fuera del distrito. Ese 14 de febrero de 1992 nadie la esperaba en Villa, por su seguridad. Pero ella llegó sorpresivamente para solidarizarse con Michel Azcueta, en cuya casa los senderistas habían dejado dos bombas. El alcalde José Johnny Rodríguez convocó a una conferencia de prensa. Ellos y unos cincuenta simpatizantes hicieron una pequeña movilización a favor de la paz. Eso, dicen, irritó más a los senderistas.
Luego, junto con un grupo de amigos, fue a Lurín a almorzar. Al retornar a Lima, María Elena no quería pasarla en casa de Diana Miloslavich y juntas fueron a La Noche de Barranco, el local de su otra amiga, Charo Torres. Se quedaron hasta las tres de la mañana y regresaron a descansar.
Sería la última amanecida de su vida. Ese inicio de año estaba contenta porque Javier Pérez de Cuéllar había visitado Villa El Salvador y le había dicho que sería su candidata municipal. Todos sabían que si ella se lanzaba, hubiera ganado. El sábado 15 de febrero, María Elena tomó el desayuno en Lince, y dijo que debía cumplir un compromiso en Villa El Salvador. Prometió volver a las siete de la noche. Nunca llegó. Una mujer la acribilló en la puerta de un local comunal y luego pusieron 400 kilogramos de dinamita para que todo Villa El Salvador se entere de que la habían “ajusticiado”.
Semanas antes, el 25 de enero, María Elena visitó el cementerio Cristo El Salvador, cuando enterraron al dirigente Andrés Sosa. Al mismo lugar, llegarían el 17 de febrero más de 20 mil personas para enterrar simbólicamente lo que quedó del cuerpo de ella, en un ataúd blanco.
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