EN RECUERDO DE LA “MADRE CORAJE”
Malena
alegría y fortaleza
Después que la mataron, a los pocos días, sus dos hijos, un sobrino –únicos testigos de los hechos– y su esposo llegaron a España en calidad de refugiados. Nunca han vuelto. Allá, los niños recibieron tratamiento psicológico, pero prefieren no hablar de lo que pasó esa tarde cuando la mataron.
Se incomodan cuando llegan peruanos para preguntarles de eso.
Gustavo Pineki Moyano, el mayor de los dos, tiene una niña de cinco meses, a la que le ha puesto el nombre de su madre. Él es ebanista como su padre. David, el menor, ahora es técnico electricista, nunca festeja su cumpleaños. Ese 17 de febrero, enterró de su madre. A los años de su muerte, se enteraron que SL tenía programado cometer un atentado el día 13 de febrero en la casa de Miloslavich. Pero esa noche María Elena no llegó ahí, sino a la casa de otra amiga, en Miraflores. Desde que ella no está, sus amigos recuerdan que bromeaba, decía “cuando muera, quiero un monumento con tetas bien grandes y buen trasero”. Era alegre, pero ese último día que estaba con vida, horas antes de morir, tras ir al centro de recreación Cancún, con su comadre y los hijos de ambas, tembló de miedo en el carro que alquilaba el municipio. Tuvo un presentimiento.
Tenía que cumplir con la invitación a la pollada profondos organizada en el grupo 23 del primer sector por el Vaso de Leche. Los senderistas redujeron primero al suboficial que le cuidaba desde enero. Ella se dio cuenta del fin y dijo a todo el mundo que se vaya. Luego llegaron los disparos... La dinamita...
La eternidad. Ahora que ella no está, todos los años hay una pelea sana, entre las autoridades, dirigentes y familiares , todos quieren rendirle tributo. Es una manera de decir, que nunca pudieron matarla.
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