LITERATURA

La novela biográfica

Texto: Rafael Ojeda

Aspectos de una biografía es el título de uno de los libros que Luis Alberto Sánchez tradujera en 1937 para editorial Ercilla, durante uno de sus numerosos exilios en Chile. El libro de Andre Maurois contenía las pautas de lo que Sánchez venía trabajando
hacía ya casi dos décadas, cuando esbozaba sus primeras semblanzas necrológicas
dedicadas a Melgar, Chocano, Salaverry, Darío, Rodó y Palma, en las revistas
Lux y Ariel.

En él confluyeron varias polaridades: la del historiador y novelista, y la del intelectual y político. Nació en Lima el 12 de octubre de 1900. Su vida transcurrió a la par del convulsionado siglo XX: el de la revolución bolchevique y las guerras mundiales.

Siglo que vio nacer a una de las generaciones más brillantes de nuestra historia republicana: Raúl Porras, Jorge Basadre, J. C. Mariátegui y otros. Para muchos solo en él podría recaer lo que él escribió al referirse a don Pedro de Peralta Barnuevo, a quien llamara "el Doctor Océano", por su erudición, multiplicidad de campos de estudio e intereses académicos y estéticos. Diversidad impensable en una época de hiperespecialización como la nuestra.

Como a otros de su generación, a LAS le tocó madurar en el centro de esa encrucijada
generacional que marcó lo que él ha llamado "el proceso del espíritu de América";
es decir, aquella apertura hacia un incipiente "latinoamericanismo", iniciado por el modernismo de Darío y Chocano, y exaltado por Rodó y compañía, que será
confrontado después con el nacionalismo crítico enarbolado por la Generación Centenario.

PRECURSOR LITERARIO

Cuando, en 1922, Sánchez alcanzó el grado de Doctor en Historia, Filosofía y Letras, con su tesis "Elogio de don Manuel González Prada", marcará, tal vez sin pensarlo aún,
una ruptura en su biografía, pues al abrazar los ideales de Prada -como solía llamarlo en sus textos-, rompía con sus maestros novecentistas, y su cercanía afectiva a Riva
Agüero y Víctor Andrés Belaunde. Pero aquella tesis doctoral no sólo implicó el distanciamiento de sus íconos juveniles, sino el inicio de una predilección por la biografía como instrumento de indagación crítica, la cual será una de las vetas creativas más admirables en Sánchez, como el inicio de una serie que irá desde Don Manuel (1930) hasta el libro de publicación póstuma, denominado A Bolívar (1997). Textos que significaron la apertura y el cierre de un itinerario que alcanzó el clímax con referenciales estudios a Garcilazo Inca de la Vega, primer criollo (1939), Aladino; o, vida y obra de José Santos Chocano (1960) y Valdelomar; o la Belle Époque (1969).

Cómo género, la biografía novelada va extrayendo de las historias personales la trama novelesca, que será presentada luego al lector, teniendo en ella la posibilidad de alcanzar las alturas reales de la epopeya, distante de las frías y eruditas reconstrucciones históricas, y de la incidencia obsesiva por los detalles, de los trabajos novelísticos. Tal vez por ello de ahí se desprende el talento de Sánchez para relacionar historia y literatura, sumándole lo testimonial del quehacer cotidiano. Con matices a veces demasiado subjetivos, y que incluso llegan a afectar algunas páginas de El Perú: retrato de un país adolescente, texto angular para entender lo que Víctor Andrés Belaunde llamara peruanidad.

Siguiendo a Zweig y Maurois maestros del género, Sánchez buscó poner al hombre
en el centro de las reflexiones teóricas, en sus proezas y tormentos, como héroes
en el vórtice de sus epopeyas personales, como con Flora Tristán en Una mujer sola
contra el mundo (1942). Donde, bajo la influencia del pensamiento estético de Taine,
esboza un abordaje historicista de lo literario, a la manera de un historiador que busca
desentrañar las motivaciones de los seres humanos, o la de un biógrafo indagando
en el peculiar medio ambiente del que se prefigura un autor.

No es casual por ello, debido a esta preocupación humanista, su predilección por novelar biografías, tratando de plasmar la intensidad épica de las vidas estudiadas,
sin estropear en el proceso el acercamiento crítico al autor y su continente social, en
lo que él llamara "método genético o biológico" -auroral pero distante de la actual "crítica genética", que estudia los procesos de gestación y escritura de las obras literarias, partiendo de cartas, apuntes y esbozos dramáticos diversos.

NOVELA BIOGRÁFICA

Sánchez pensaba que era la atmósfera la que convertía la biografía en novela, lo que hacía de títulos como Don Diego Portales, del guatemalteco Máximo Soto- Hall, -muy leído en esa época- a pesar del uso de diálogos novelescos, sean más historia que novela; y otros como Santa Anna, el que todo lo ganó y todo lo perdió, del mexicano Rafael Muñoz, debido al protagonismo de detalles ficticios, sea más novela que historia. Don Manuel fue la primera novela biográfica que se escribió en este continente, y esto consagrará a LAS como el iniciador de este género en América Latina.

Hacia 1933, en América sin novelistas, Luis Alberto Sánchez mostraba su preocupación por la precariedad continental de este género, pues, salvo su Don Manuel de 1930 y Martí, el apóstol (1932), del cubano Jorge Mañach, no se había manifestado inquietud alguna hacia la novela histórico-biográfica en esta parte del mundo. Cuestionando el hecho de que la biografía en América no haya trascendido, pese a la riqueza de situaciones y personajes que pueblan nuestra convulsionada historia, hacia una recreación histórico-novelística. Para él esta ausencia era un síntoma de la falta de interés y escasa identificación de los escritores americanos con los problemas, afanes y
destinos de sus pueblos y del continente en general.

Es plausible, en tanto, que al acercarse a los años finales de su vida -Sánchez se fue un domingo 6 de febrero de 1994, víctima del cáncer que terminaría matándolo-, insistiera en esta forma literaria, que para entonces ya había pasado de moda, cediendo ante la importancia que había alcanzado la cronología y las frías descripciones esquemáticas.

 


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17/12/2007


 


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