El cerro San Cristóbal es el apu tutelar de Lima. Un programa estatal busca que para mayo un total de 2,168 viviendas, de tres asentamientos humanos de la zona sur del cerro, luzcan un color de esperanza, hermoseando la ciudad y siendo un nuevo atractivo turístico.
Doscientas cincuenta viviendas a lo largo del pasaje Túpac Amaru forman una suerte de corazón color pastel al sur del cerro San Cristóbal. Se le puede ver desde la plaza de toros de Acho e inclusive desde algunos puntos de Lima Cuadrada.
Parecía una tarea sencilla convencer a los vecinos para pintarles las fachadas de las casas, pero hubo discusiones, inclusive peleas. Preguntaban cuánto les iba a costar el tarrajeo y pintado, y desconfiaban cuando los promotores les respondían que nada. Es que les queda una "experiencia negativa" con el Banco de Materiales, a mediados de la década de 1990, que les dejó más deudas que satisfacciones, dicen.
Ahora que los colores vino, amarillo y celeste han reemplazado la suciedad, la meadera de los perros y borrachos, así como los grafitos de las pandillas en las paredes color olvido, la acción de contingencia de Recuperación Urbano Ambiental del Cerro San Cristóbal, del programa Construyendo Perú, ha calado. Ahora, el 90 por ciento de los vecinos, a través de sus dirigentes de base, piden que se reanuden ya los trabajos.
El director nacional del Programa Social Construyendo Perú, del MTPE, David Palacios, explica que mañana, 15 de enero, se reanudan los trabajos en el asentamiento humano Leticia, del Rímac, para completar la intervención en las 2,168 viviendas. El fin del proyecto es que el cerro San Cristóbal en su conjunto sea parte del circuito turístico. Uno que compita en el futuro con el barrio bonaerense de Caminito.
Las dos primeras etapas de las seis que contempla el proyecto incluyeron el pintado de locales públicos (colegios, postas médicas, comisaría, iglesia); campañas de fumigación y vacunación, además del pintado de viviendas. Se generaron 300 empleos temporales, enfocados en los vecinos de menos recursos económicos, que viven en las zonas más altas del San Cristóbal. Para la segunda etapa, se espera emplear a mil personas. Sus tareas serán mejorar las pistas y veredas, arborizar y tarrajear y pintar las 1,800 casas restantes.
Al final, en mayo, el "frontis" sur del San Cristóbal, que se ve directamente desde el Centro de Lima, mostrará otro rostro. Se pondrán en la parte de la cima, en las piedras, los arbolitos, las enredaderas. En los municipios de Magdalena y San Miguel han trabajado un sistema similar en el área de la Costa Verde.
Mantener la zona regada ya le corresponderá al concejo y los vecinos.
Uno de los pocos lugares donde se puede hallar un amplio archivo gráfico y bibliográfico del cerro San Cristóbal es la casa de José Huamán. El profesor de historia y dirigente de base nació y ha vivido siempre en el asentamiento humano Leticia, en la casa que construyó su abuelo en 1938. Aquí, en Leticia, también nacieron sus dos hijos y también su esposa.
Su abuelo fue uno de los inmigrantes que llegaron alrededor de 1937 a la barriada, creada por Luis Sánchez Cerro en 1933, el mismo mes que lo asesinaron. Leticia fue la partida de nacimiento del cerro San Cristóbal.
Siguiendo su ejemplo, se formaron los demás asentamientos humanos que lo moran. Hasta que en 1993 los vecinos se dieron cuenta de que copar más no les había beneficiado en nada y prohibieron más invasiones.
Huamán ha recolectado a lo largo de los cincuenta y tantos años de su vida volúmenes como el trabajo mexicano Están demostrando, de 1965, que habla sobre los niños de Leticia, o el estudio de 2000, Historia de la fundación del barrio de Leticia, cerro San Cristóbal, como parte de los trabajos de José Matos Mar sobre las barriadas más viejas de Lima.
Las paredes de la casa de Huamán como otras viviendas antiguas del asentamiento humano Leticia están húmedas, por las filtraciones que se produjeron por las malas instalaciones de servicios higiénicos en las casas de las partes altas del cerro. El agua llega aquí desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde. Falta presión; peor es "más arriba", donde a veces hay agua por dos horas diarias.
Saca pecho cuando dice que el proyecto de las escaleras del cerro San Cristóbal fue una de sus ideas. En 1997, el gobierno de entonces hizo suya la obra. Los trabajos quedaron truncos, mientras el régimen fujimorista caía en sus escándalos de corrupción (recuerdan los vecinos el colegio con carpetas inservibles, por ejemplo), y desea que se complete, con miras al desarrollo turístico, las áreas de descanso para los visitantes.
Reniega y discute con los guías de turismo porque no saben la historia del cerro y "engañan a los turistas". Sí, falta un libro cabal, quiere hacerlo, pero cambia su perspectiva cuando se dedica a las noticias sobre San Cristóbal.
Hoy, el nivel de convocatoria de los dirigentes es mínimo, porque los vecinos ya cuentan con los servicios de agua y luz; entonces, los que más asisten son los antiguos vecinos; de ellos, quedan menos de 80, como corrobora Manuel Soto Tello, quien ha vivido aquí desde hace medio siglo y ahora muestra orgulloso la fachada de su casa pintada.
Para Huamán, la meta es que con las obras que hace Construyendo Perú se pueda lograr que los turistas no solo se queden 20 minutos en la cima del cerro –visitando la cruz que en 1928 levantó fray Francisco Aramburu– sino que con un tema de seguridad y limpieza se pueda, incluso, caminar de noche, algo que no podría hacerse hoy por las pandillas que pululan por en la zona. Pero sabe que todo, básicamente, pasa por mejorar la educación y la cultura de sus vecinos.
El sueño mayor del profesor es que el San Cristóbal cuente con un teleférico. No es una utopía. Huamán muestra una foto de 1912, cuando la compañía alemana que instaló el telégrafo en la capital trajo un aerocarril, especie de teleférico que trasladaba materiales, pero que en su fecha inaugural llevó hasta la cima a los limeños, siempre curiosos.
A medio camino del pasaje Túpac Amaru está la capilla Sánchez Cerro. Hay una foto de 1950 que muestra a vecinos felices celebrando un "cortamonte". La mayoría de los vecinos desciende de los ayacuchanos y ancashinos que llegaron aquí en la década de 1930. Hoy, está al pie de un tanque y rodeada completamente de casas
y un colegio fiscal.
Palacios, de Construyendo Perú, dice que tocaron muchas puertas de las empresas privadas para el proyecto del cerro San Cristóbal, y solo dos respondieron: la corporación Atocongo, que se ha comprometido a dar 5 mil bolsas de cemento, y Pinturas Vencedor, que les ha bajado el precio de los galones de 22 a 8 nuevos soles.
El cerro pertenece a dos distritos, San Juan de Lurigancho y el Rímac. Si bien los pueblos jóvenes del Rímac muestran mayores avances, los vecinos sienten que la comuna rimense los tiene descuidados y no ha hecho grandes inversiones, a pesar de ser el San Cristóbal el símbolo del Rímac y Lima en general. Inclusive, a fines de 2007, la municipalidad de Lima ya empezó su programa de escaleras.
Palacios explica que gracias a una reforma legal, Construyendo Perú podrá, a partir de este año, hacer una intervención de ejecución directa en obras, ya que antes solo funcionaba financiando a otros organismos. En la segunda etapa del proyecto se trabajará con el Ministerio de Vivienda, y solamente el tema de las pistas y veredas tendrá que contar con la aprobación del Sistema Nacional de Inversión Pública.
Comenta que la última etapa del proyecto comprende las áreas verdes. Es un tema "difícil" sobre el cual trabajan los técnicos porque el material del San Cristóbal es pedregoso y se ha previsto que lo mejor será crear un sistema como macetones: trayendo tierra fértil para sembrar algunas enredaderas y plantas como las utilizadas en la Costa Verde. Ahora, el sostenimiento del proyecto queda en la cancha de los vecinos. |